






Brand Identity
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Soy Ube. Comencé en el mundo de las artes gráficas y me especialicé en Motion Graphics y Animación 2D. En ese tiempo ya comencé a entender lo importante que es el contacto directo y personal con la persona con la que trabajas.
Por eso, desde hace años el tatuaje es mi propósito personal.
Me comprometo con cada proyecto tanto como la otra persona me lo permite.
Trabajar con alguien que te brinde una idea, y te de la libertad de transformarla, darle vida, buscarle su lugar, es el motor que me mueve. Adaptar la mirada para encontrar una vía común, ya sea en el diseño o en cualquier rama del arte, me parece un reto y me mantiene en constante movimiento hacia nuevas metas para conseguir materializar las ideas más volátiles.
Trabajo el tatuaje abstracto y ornamental en cualquiera de sus vertientes. Hoy en día los estilos de tatuaje se han triplicado y mezclado entre sí, dándonos un espectro muy amplio donde poder desarrollar cualquier idea sin encasillarla necesariamente en un estilo concreto.
Por ello, como mejor me desenvuelvo es mediante el Freehand.
El freehand tiene un componente esencial para mi.
El contacto previo y directo con la persona a la que voy a tatuar.
En el tatuaje, hacer diseños sin un concepto concreto, sin un dueño para el que esté enfocado, anula mi creatividad. No puedo pintar para ti si no te conozco.
Entender la forma de ser de la persona, observar por donde ir según su instinto y no solo el mio. Trabajar en equipo y al unísono, eso es para mi el proceso de un tatuaje. Y la preparación del diseño, colocarlo en la piel, adaptarlo al cuerpo, que funcione con el movimiento, no es lo menos importante, al revés.
Siempre he entendido el tatuaje como un ritual. Exponerse frente a alguien que no solo va a herirte la piel, sino que dejará una marca de por vida en ella, no es un acto banal.
Cada persona que pasa por tatuarse cambia, se transforma en algo diferente. Ya sea a nivel estético y físico, como a nivel psíquico o espiritual. La simbología que le damos a cada tatuaje refuerza el poder de la piel como espacio donde la memoria fija acontecimientos, y emerge otra piel, que a modo de vestimenta, resguarda el cuerpo y lo protege.